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Foto: La Tercera |
Los chilenos somos un poco bipolares en cuanto a las
reacciones deportivas: cuando ganamos, somos los mejores del mundo. Cuando
perdemos, los más malos. Si vamos a una competencia internacional, lo más
probable es que nos devolvamos con las manos vacías. Etc., etc.
Esa actitud derrotista, sin embargo, poco a poco está
quedando fuera de los comentarios de los chilenos. Gracias a grandes
actuaciones en variadas disciplinas, como tenis, gimnasia, triatlón, atletismo…
y a veces, el fútbol.
Esas pocas veces, ha generado que en la actual Selección
Chilena de fútbol que participa en el Mundial de Brasil 2014 se mezclen dos
generaciones de los dos equipos más importantes del fútbol local: Colo Colo
2006 y U. de Chile 2011.
De aquel cuadro albo, se rescatan los valores de Claudio
Bravo, Arturo Vidal, Alexis Sánchez y Jorge Valdivia. Otros, como Matías
Fernández o Rodrigo Millar no llegaron a la nómina final, por distintos
motivos.
Del cuadro azul, se destacan el cuerpo técnico completo
(Jorge Sampaoli, Jorge Desio, Sebastián Beccacece) y los jugadores: Johhny
Herrera, José Rojas, Marcelo Díaz, Charles Aránguiz, Eugenio Mena y Eduardo
Vargas. Otros, como Marco González y Gustavo Canales estuvieron presentes en la
pre nómina, pero no en la lista final de los 23 convocados.
Ellos, más jugadores como Gonzalo Jara, Esteban Paredes,
Mauricio Pinilla, Carlos Carmona, Fabián Orellana, Jean Beausejour, Mauricio
Isla, Miiko Albornoz, José Pedro Fuenzalida y los ex UC: Cristopher Toselli,
Gary Medel, Francisco Silva y Felipe Gutierrez, nos representan a todos, a un
país ávido de triunfos, harto de derrotas y cansado de los mal llamados
“triunfos morales”.
Esta generación, a diferencia de otras, ha logrado sacarse
de la cabeza el negativismo nacional, ese derrotismo con que tantas veces se ha
presentado en este tipo de eventos… no. Ellos lo han dicho a viva voz, sin
temor, desde el principio: “Nosotros vamos por la Copa”.
Cuando se escuchaba decirlo en voz de Vidal, Sánchez o
Medel, los compatriotas se reían, algunos se burlaban, otros se convencían… Las
cosas estaban cambiando. Las derrotas ahora dolían, los jugadores lloraban al
final de aquella semifinal en el Sub 20 de Canadá, no corrían tras los
argentinos para cambiar camiseta… No, ellos sabían que en cancha eran mucho
más, y estaban dispuestos a demostrarlo.
Bielsa nos inculcó ese cambio de actitud, que con Sampaoli
hemos madurado (igual que los jugadores) y nos ha convencido de que es posible.
Esa convicción y “amateurismo” que tanto le gusta mencionar, es el que ha hecho
que jugadores que antes abiertamente no se pasaban, hoy convivan todos juntos,
se vean alegres y optimistas.
Esa madurez que hoy hace de Gary Medel un líder, que hace
que Sánchez cargue con el equipo si es necesario, que Marcelo Díaz y Charles
Aránguiz se maten corriendo en la mitad de la cancha, más que todos en el
Mundial, que hace que Vidal se recupere en tiempo récord de una operación a la
rodilla… Esa madurez que hoy nos tiene a todos pendientes y con el pensamiento
en que Chile puede ganarle a Brasil, no como en el pasado, cuando pensábamos en
cuantos goles nos iban a meter…
Ese cambio de actitud es el que ha hecho que tantos chilenos
les creamos, pensemos que es posible, a pesar de la “señora FIFA” y los “errores
arbitrales”, a pesar de la localía de Brasil, a pesar de nuestra historia, a
pesar de todo…
Porque es allí donde la frase de los mineros hace más
sentido que nunca: “Para un chileno nada es imposible…”.
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