De integración regional y el papel de los bloques comerciales bilaterales, multilaterales o hemisféricos se viene hablando desde tiempo atrás. No obstante, las noticias registran hoy todo lo contrario; esto es, el peligro de una desintegración regional, que se vislumbra tras la confirmación del presidente Hugo Chávez de retirar a Venezuela de la Comunidad Andina de Naciones, CAN.
Con esa sui géneris diplomacia que lo caracteriza (en la que parece que sólo se consulta a sí mismo antes de tomar una decisión), el mandatario venezolano sorprendió a todos la semana pasada con el anuncio de la salida de su país de la CAN, argumentando que "está muerta".
Para colmo de males, el presidente uruguayo Tabaré Vásquez y su homólogo paraguayo Nicanor Duarte también hicieron sendas críticas al Mercosur, bloque del que ambos países hacen parte. "No sirve", dijo el primero, mientras el segundo conminó a que se considere "la igualdad de derechos de sus socios", en una clara alusión al protagonismo de Brasil y Argentina.
Las culpas se reparten, pero no se comparten. En el caso de la CAN, muchos culpan a Washington y al impulso que el gobierno estadounidense le ha querido dar al Área de Libre Comercio de las Américas, mejor conocido como Alca. Incluso hay quienes piensan que ante el fracaso de conformar un único y gran bloque continental, Estados Unidos está usando la táctica de divide y reinarás, mediante la aplicación de acuerdos bilaterales. Ese fue, supuestamente, el detonante que motivó la decisión de Chávez, quien declaró que Colombia y Perú "mataron" a la CAN al suscribir un TLC con EE.UU.No estamos de acuerdo con tales manifestaciones. Si hay que encontrar responsables de una posible desintegración regional, hay que mirar hacia adentro y no hacia afuera. Esto significa que los países deben revisar individual y colectivamente los acuerdos y hacer los ajustes necesarios para que, en lugar de torpedearlos, éstos se puedan consolidar.
Sería necio desconocer las implicaciones que puede tener la desmembración de la CAN, dado que ésta moviliza un comercio regional de 9.000 millones de dólares anuales y un comercio exterior de 20.000 millones. Pero las calenturas de Chávez tampoco pueden llevar a deshacer el TLC firmado por Colombia y Perú con Estados Unidos, sólo para que Venezuela permanezca como miembro de la CAN.
Parece tarde para encontrar una solución, pues el gobierno venezolano ya denunció el Acuerdo de Cartagena, primer paso para salir de la Comunidad Andina de Naciones. Sin embargo, no todo está perdido. La idea del presidente boliviano Evo Morales de convocar con urgencia una cumbre de alto nivel político para revisar la crisis que vive la CAN puede ser útil para el futuro de la entidad.
En cualquier caso, si Chávez no da marcha atrás, incluso con el retiro formal de su país, persiste el acuerdo de que debe mantener por cinco años las medidas de liberación comercial. Por supuesto no es lo ideal, pero este sacudón, y el efecto que podría tener incluso en el Mercosur (al cual se incorporó Venezuela), quizás sirva para replantear el modelo o modelos de acuerdos comerciales que tiene frente a los que necesita la región.
Hay un doble reto para la integración regional. Primero, eludir las fuerzas desestabilizadoras internas que, como en el caso de Chávez, parecieran estar más a favor de la desintegración que de la integración regional. Y segundo, ir hacia donde tiene que ir la región, teniendo en cuenta que estamos ante un mundo global, con una comunidad abierta que puede superar los niveles de pobreza por diversos caminos, algunos de ellos a través de los tratados de libre comercio, bien sean con Estados Unidos, China, o con el que más le convenga.
Fuente : Tiempos del Mundo ( www.tdm.com )